Si no quieres tener una tortícolis de caballo o te gustaría que tu descanso fuese el óptimo, tal vez sea hora de que te plantees cómo es la almohada que estás utilizando. La mayoría mira con lupa las características del colchón antes de comprarlo, pero no se preocupa tanto sobre dónde ‘posa su cabeza’.
“La almohada tiene un papel importante en la calidad de nuestro sueño, ya que cambiamos de posición entre 30 y 40 veces durante la noche y es fundamental tener un soporte adecuado para nuestro cuello”, explican los expertos de Tediber, empresa especialista en el sector del descanso y la fabricación de colchones, quienes nos ofrecen una serie de tips para que tomes nota la próxima vez que vayas a por una almohada nueva.
¿Relleno natural o sintético?
Cada uno tiene sus peculiaridades y la elección de un tipo u otro dependerá de las necesidades y preferencias de cada uno, tales como la postura en la que dormimos, el presupuesto con el que contamos… No obstante, es una de las claves más importante, puesto que determinará tanto el grado de confort como la vida útil del producto. Los naturales se usan desde hace siglos y su particularidad es que repelen la humedad de forma natural. Suelen durar de cinco a diez años y las principales materias primas son:
1. Plumas: generalmente de oca, son ligeras y aportan firmeza a la almohada.
2. Plumón: suele ser de oca también, pero a diferencia de la pluma, no cuenta con el eje central curvado o raquis. Es un excelente aislador térmico, mantiene el calor en invierno y deja pasar el aire en verano, así como se adapta ya que aporta gran elasticidad y un buen acolchado.
3. Cereales (alforfón o espelta): es el mejor soporte del cuello, además de una solución ecológica. Los únicos contras es que las almohadas son muy pesadas –entre dos y cuatro kilos– y pueden desprender un olor particular que no agrade a todo el mundo.
Entre los rellenos sintéticos hay una gran variedad, tales como:
1. Espuma viscoelástica: su ventaja es que se adapta a la cabeza y el cuello. Permite la relajación de los músculos del cuello y un buen soporte, pero genera mucho calor y no se puede lavar en la lavadora.
2. Látex: naturalmente antibacteriano, también resulta un buen soporte del cuello. Es una opción muy fresca para el verano, dado que presenta una buena transpiración. No obstante, el precio suele ser bastante alto y no es la más ideal para quienes duerman de lado, así como tampoco se puede meter en la lavadora.
3. Poliéster: al estar elaborado a base de microfibras, puede no ser muy recomendable para alérgicos. Hay opciones con precios muy asequibles, pero su vida útil es más corta (entre los seis meses y los dos años).
¿Blanda o dura?
Es una cuestión de gustos y dependerá de la postura en la que te guste dormir. Una almohada plana y fina soporta la cabeza y la parte superior de los hombros, por lo que será perfecta para los que duermen boca abajo porque no fuerza el cuello. Los modelos más ‘acolchados’ (plumas, plumón, ergonómica o de viscoelástica), gracias a la flexibilidad del relleno, sostienen la cabeza y el cuello, así como se puede ajustar el grosor en función de la amplitud de los hombros. Por ello, son una buena opción para los que descansan boca arriba, pues te envuelven con delicadeza y resulta muy acogedor.
Aunque no hay que olvidar también que existen los amantes de las firmes o duras, ya que resisten a la presión del peso de la cabeza y aportan un buen soporte al cuello. Este último tipo es apropiado para los que duermen de lado. Sin embargo no solo es un tema de preferencias, también influirá la morfología de la persona. Según los especialistas de Tediber, los más robustos necesitarán mayor firmeza para el cuello, mientras que los de complexión más pequeña o mediana podrán utilizar alternativas más blandas o acolchadas adecuadas al peso de su cabeza.
No te olvides de los ácaros, si eres alérgico
Estos simpáticos arácnidos microscópicos adoran las fundas y los pliegues de la ropa de cama, por tanto, si tienes problemas de alergia debes asegurarte de que tu almohada sea antiácaros. Algunos rellenos como la viscoelástica y el látex lo son por composición, mientras que los rellenos naturales suelen ser tratados con aceite vegetal de neem. Por otro lado, las fundas de algodón percal o de seda ayudan a combatir el crecimiento de los ácaros, ya que dejan pasar el aire y limitan la transpiración.
No obstante, por mucho que una almohada prometa ‘curar’ un trastorno del sueño, como el síndrome de las piernas inquietas o la apnea del sueño, solo podrá tratar estos problemas consultándolos con un médico.
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